"No sé qué va a hacer", dijo su sobrino Adrián sobre el debate del miércoles; la presencia del ex presidente, que está en Buenos Aires, es clave para que la oposición trate la ley del cheque y el DNU de las reservas.
Carlos Menem sabe cómo manejar y capitalizar situaciones de poder. Se sabe. Tal como ocurrió ya dos veces desde que empezó el año, el senador por La Rioja tiene en sus manos la pieza que completa la estrategia de la oposición para tratar dos temas que considera clave este miércoles en la Cámara alta: la reforma de la coparticipación del impuesto al cheque y la anulación del 298/10 que habilitó al Gobierno para pagar deuda con reservas.
A fines de la semana pasada el senador por Córdoba Luis Juez (Frente Cívico) casi juró que el miércoles se sentará en su banca pase lo que pase, con lo que la presencia (o ausencia) de Menem será clave una vez más.
"No sé absolutamente nada. No sé qué va a hacer", se apuró a responder Adrián Menem ante la consulta de lanacion.com. El sobrino del ex presidente precisó que habló por teléfono con su tío por última vez hace una semana y que la sesión del miércoles no formó parte de la charla. "Hablamos de bueyes perdidos", afirmó. Además, contó que el riojano "ya está bien" tras la última indisposición que, según dijo entonces, le impidió estar en el Senado. "Está haciendo vida normal", completó el ex diputado.
En el entorno de Menem reina el hermetismo. "Sólo él sabe si va a venir o no y no se lo va a decir a nadie. Ni siquiera a mí me lo diría", sintetizó a este medio un hombre que conoce a Menem hace años.
Uno de sus colaboradores más estrechos fue igualmente enigmático. "No puedo adelantar nada porque no lo sé. Lo único que sé con certeza es que Menem está en La Rioja", fue su escueta respuesta a la consulta de este medio.
Si no se producen deserciones de último momento, como ocurrió cuando Roxana Latorre (PJ-Santa Fe) y María José Bongiorno (Frente Grande-Río Negro) decidieron apoyar al kirchnerismo y obligaron a la oposición a dejar la sesión sin quórum para que el oficialismo no pudiera aprobar el pliego de Mercedes Marcó del Pont, el riojano volverá a funcionar como "el senador 37", es decir, el que determine si la oposición podrá o no habilitar el debate.
Al misterio con el que juega Menem se suma el que, en los hechos, el ex presidente se maneja solo (no responde a jefes ni tiene compañeros formales de bloque) y que los senadores con los que suele acordar posiciones no están dispuestos a pagar los platos rotos por sus decisiones. "No tenemos contacto con Menem y no sabemos qué va a hacer", intentaron despegarse en el entorno del salteño Juan Carlos Romero, quien fuera compañero de fórmula en 2003.
Antecedentes. La ausencia de Menem fue determinante en otras dos oportunidades: el 24 de febrero, cuando el faltazo del riojano sirvió para que el kirchnerismo atrasara una semana la derrota en el reparto de poder de las comisiones del Senado y 15 días después, cuando el arco no oficialista sólo logró sentar a 36 senadores en sus bancas y se quedó con las ganas de tratar los cambios a la ley del cheque mientras los legisladores oficialistas seguían el debate en minoría desde sus despachos, bien lejos del recinto. En ambos casos, las especulaciones y versiones sobre la salud de Menem y su súbita aparición en el Senado circularon hasta último momento.
El miércoles próximo, la capacidad de reunir quórum propio será determinante. Casi tanto como la reunión de Labor Parlamentaria, prevista para mañana, en la que se definirá el orden del día, es decir, qué tema se discutirá primero.
El kirchnerismo intentará imponer la secuencia tradicional y más ajustada a sus intereses: tratar primero el pliego de Marcó del Pont y, una vez aprobado, abandonar el recinto. La oposición apuesta a comenzar por el DNU de las reservas y el impuesto al cheque y recién después debatir el futuro de la presidenta del Banco Central que aún ejerce el cargo en comisión. Para eso, claro, deberá garantizarse la presencia de 37 senadores dispuestos a sentarse (y no levantarse). Recién el miércoles se sabrá si como rezaba aquel pegadizo eslogan electoral, Menem lo hizo.