Que los inspectores municipales se transforman con un pito en la boca, que se creen dueños de la situación y con una soberbia que desborda por todos sus poros, no hace falta que lo diga. Hoy vi en San Nicolás de Bari al 600, un Citroën modelo 74 (más o menos), se detiene y una diminuta conductora baja con unos cuadros (pinturas), los entrega a sus alumnos y, sin moverse del costado de su auto, no habiendo pasado un minuto y medio, levanta la vista y encuentra plantada a una mujer, mascando chicle ¡ruidosamente!, moviendo el pie derecho, apoyado en su taco que le servía de pivote. Amenaza a la mujer, mientras un compañero de la inspectora, saca del cu... un talonario transpirado (ver fotos) y confecciona el acta de infracción. No conformes con la sanción, le ordenan quedarse hasta que llegue la grúa para justificar otro saqueo.
Que los inspectores municipales se transforman con un pito en la boca, que se creen dueños de la situación y con una soberbia que desborda por todos sus poros, no hace falta que lo diga.
No hay argumentos para convencer a los " leales " de Quintela. Ni siquiera otro caso de infractores, menores de edad que se encuentran muy cerca de allí, en la misma cuadra, detrás del Citroën, con un último modelo, no se animan a detenerlo, claro, el secretario de servicios públicos, está ahí y recomienda lo que es de esperar. ¡Los menores se fueron sonriendo! Sin la faja de secuestrado, por supuesto.
¿Correspondía entramparla con la espera de la grúa, siendo que la conductora nunca abandonó el vehículo?, ¿habiéndose confeccionado el acta, sin darle la oportunidad de que circule, no es una arbitrariedad que debe considerarse un abuso? ¿Y la actitud discriminatoria de la autoridad municipal de perdonar a su antojo o porque ostenta un poder reñido con las normas de la igualdad ante la ley, no es discriminar?
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