La victimización como arma de defensa ya no encuentra eco en una sociedad que descree, y ahora más de un supuesto opositor que habla de pobres e indigentes, que por detrás recibe fondos para equilibrar su opinión pública
Néstor Bosetti se erigió como la alternativa política, aunque haya participado activamente en el oficialismo. Así se valió de una radio para construir una imagen que se desvaneció ante la primera investigación seria de los organismos de contralor.
El diputado provincial por el partido menemista Lealtad y Dignidad, aliado al espacio Acción Riojana, defraudó a quienes confiaron con su voto, ya que con el amparo de ser quien finalmente no es, utilizó las mismas armas que él mismo atacó: el famoso sistema de ONG.
Es un golpe altero a la credibilidad de un nuevo en la política, pese a que fue funcionario de Luis María Agost Carreño, se acercó a Ángel Maza, se amparó en Luis Beder Herrera y terminó con Carlos Menem.
Edificó un pool de medios con fondos estatales, a través de una o más ONG´s, ya que el Tribunal de Cuentas cree que se deberían rendir unos 10 millones de pesos, que tuvo como base la estación terminal de ómnibus y cuyos aliados de Bosetti terminaron como funcionarios del actual gobierno.
Si se buscaría una definición política, se podría centrar en inhabilidad moral, ya que el criticador de las políticas oficialistas usufructuó de los recursos públicos, tras crear enemigos solamente para la sociedad o mejor dicho la audiencia de su emisora.
Otros lo consideran como extorsión, que es un delito, en una provincia en que la justicia ha sido la gran ausente del desprestigio de instituciones e investiduras, por encima de las personas que circunstancialmente ocupan un cargo.
Los antecedentes sobran, ya que se ha atacado las cuestiones más intimas de hombres y mujeres, con palabras de la más baja calaña, ante los organismos de control de los medios que no han sabido marcar los lineamientos básicos para montar un medio de comunicación.
Además la victimización como arma de defensa no encuentra ya eco en una sociedad que descree de la política y los políticos, ya que hablan de pobres e indigentes, y por detrás reciben fondos para equilibrar su opinión pública.
Qué dirán los socios políticos de Bosetti, o sea la familia Menem, quienes desde el momento que fueron desplazados del poder han sido críticos de la misma política implementada por el exitoso empresario, que se dio el lujo de solventar la última campaña del partido Lealtad y Dignidad.
En qué banca se sentará desde el martes ese mismo dirigente que contrata a voceros radiales para instalar mentiras, para que luego llegue el acuerdo o la negociación, a través de una ONG. Es la misma persona que ha querido ocupar un lugar que no le corresponde y usar un medio de comunicación para hacer negocios propios. Y además no hay que temer en firmar las facturas propias del medio para cobrar publicidades oficiales para que se sepa cuanto recibe cada uno.
Hoy la política está desprestigiada y los políticos también. Hoy nadie cree en nadie, y hasta el periodismo está en la misma vía, ya que los hombres de las mil máscaras cambian el clima de opinión, según la llegada de oxígenos financieros. Siempre hay un inicio para blanquear la realidad política de la provincia y desplazar a los que se erigen como víctimas para que nadie cambie.
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