viernes, 6 de abril de 2012

¿Por qué no se come carne en Semana Santa?






Este fin de semana celebramos la Semana Santa. Los fieles lo toman como un período de mayor observancia en los aspectos penitenciales, lo que, posteriormente, llevará a una intensa preparación para el Domingo de Pascua.
En la Semana Santa tenemos la oportunidad de combinar nuestra fe, esperanza, tradición y creencias. Es tiempo, además, para meditar y reflexionar… para dar gracias y ayudar.
Es en esta fecha donde el pueblo católico piensa en sus pecados y los deja atrás para ocupar su tiempo en invertir aquellos yerros, transformándolos en apoyo, ayuda, y entrega hacia los pares. Se reflexiona, de esa forma, sobre los aspectos negativos de la vida para que haya una transformación valiosa: convertirse en personas humildes, en beneficio de la fe y apoyo al prójimo. Esto, a ciencia cierta, es la mejor forma de agradecer a Dios en esta vida.
En la Semana Santa, dice un entendido, los evangélicos conmemoran, a través de actividades, la resurrección de Jesús. Es decir, no recuerdan su muerte, sino que celebran su renacimiento para la vida eterna. En sus actividades no resalta la muerte de Él.
Aparte del significado religioso, suceden otras situaciones que muchas personas practican, ignorando el por qué lo hacen y seguirán haciendo. Estamos hablando de algo muy importante: evitar comer carnes rojas. Este es un tema que tiene sus orígenes y creencias, según las religiones existentes en el mundo. Con el máximo de respeto y aceptación, analizaremos de una forma muy simple el significado. Luego de investigar, la respuesta será breve y categórica.
Días de abstinencia
Los fieles tienen claro que hay días establecidos de abstinencia de la carne. Estos son: el miércoles de ceniza, el primer viernes de Cuaresma y el Viernes Santo.
En aquellos tiempos, comer carne era sí o sí. Y resultaba ser para los creyentes, al igual que en estos tiempos, una de las costumbres más arraigadas. Lo principal era –y es- preparar sus alimentos en base a pescado o marisco, absteniéndose, por completo de comer carnes rojas.
Pero, ¿por qué nos privamos de las carnes rojas?
Los católicos comen pescado o marisco en Semana Santa –según un sacerdote consultado- “es para cumplir con las Sagradas Escrituras. Los fieles católicos no consumen la carne roja porque representa el cuerpo de Cristo crucificado. Esa es la su respuesta”
Por otra parte, esperando una respuesta similar a la anterior, un sacerdote mercedario (Convento de la Merced) responde a mi consulta con la siguiente frase: “ En realidad no se come carne por la siguiente razón: Debemos acostumbrar a nuestro cuerpo a abstenernos de comer algo que realmente deseamos. Por ejemplo, si el día Viernes Santo se nos presenta el deseo de comernos un trozo de torta muy apetecible, debemos negarnos a esa posibilidad, o bien, servirse una fracción mínima. Es una forma de probarnos si somos capaces de abstenernos a ese apetito”… “… y esa es una manera, por supuesto, de renunciar a llevar a cabo cosas que añoramos, con fervor, en esta fecha tan especial…”
Y no me quedé con esa frase, no por incrédula, sino por inquieta. Pasé a visitar la Gruta de Lourdes en Rancagua, y me encontré con el Padre a cargo de la Iglesia. Le hice la misma pregunta. Bueno, la respuesta fue demasiado afín a la versión del Padre del Convento de La Merced, sólo se cambiaron las palabras. “La abstinencia (moderación) es demasiado importante en esta fecha para la Iglesia y sus fieles. Es importante que los seguidores de Cristo no duden en alejarse de la exageración de cualquier tipo de consumismo. Incluso es bueno saber que pueden moderarse o privarse de realizar cosas que les entretienen: por ejemplo, ver televisión o comer hasta quedar demasiado satisfechos. La Iglesia sólo pide M-O-D-E-R-A-C-I-O-N… Esa es la idea.”
En el caso de los evangélicos, no hay abstinencia en el consumo de este producto. Ellos no guardan este tipo de prácticas. Ellos piensan que es más importante guardar el corazón de las contaminaciones de este mundo. La contaminación, para ellos, se llama pecado. Para ellos, la comunión con Dios se encuentra a través de la oración y el cumplimiento de las Sagradas Escrituras-
Las semanas santas de antaño
Conversando con personas de la tercera edad, me cuentan que en sus años de infancia y juventud, comer carne era la máxima falta de respeto, por no decir “pecado”.
En aquellos tiempos, comer carne era sí o sí. Y resultaba ser para los creyentes, al igual que en estos tiempos, una de las costumbres más arraigadas. Lo principal era –y es- preparar sus alimentos en base a pescado o marisco, absteniéndose, por completo de comer carnes rojas.
Anécdotas
La vida está llena de anécdotas. Una persona cuenta que para una Semana Santa pasada fue al Mercado y llegó a su casa con pescados que el vendedor le recomendó. La forma y colores del producto recién comprado no los había visto nunca. Su esposa le dijo: “Dime, al menos, cómo se llama esta cuestión; no la he visto nunca y no tengo idea cómo se cocina” Y claro, él, por supuesto, reconoció que el vendedor se lo recomendó como lo mejor… que le costó un ojo de la cara, pero que no tenía la más remota idea del nombre que podría tener este tremendo pescado.
La señora se lo hizo al horno el día viernes, y, por la noche el comprador se encontraba en una camilla en Urgencia. De esa forma, aparte de gastar en el espécimen marino, tuvo que gastar en medicamentos, exámenes y visitas al doctor. “Me hinché de tal forma que tuvieron que amarrarme pa´no ir a dar al techo” – decía el afectado.
¿Somos lo que comemos?
En el ámbito de la salud y las dietas, es muy conocida la frase: somos lo que comemos. Si trasladamos esta frase al tema de la religiosidad y creencias, qué podríamos decir? Las personas católicas, que respetan a cabalidad las costumbres de la Iglesia, pueden analizar, con detención una frase dicha por un evangélico (textual): “Nosotros pensamos que es más importante guardar el corazón de las contaminaciones de este mundo”. La contaminación, para ellos, se llama “pecado”. Ellos afirman que “ la comunión con Dios se encuentra a través de la oración y el cumplimiento de las Sagradas Escrituras”, entonces, se produce una idea inesperada, porque los católicos difícilmente podríamos pensar de otra forma. Ahí, si comparamos, no veo diferencia entre la forma de pensar de ambos, y la abstinencia o no de consumir carnes rojas.
Sea cual sea la inclinación o creencias que pueda tener un ser humano, es más importante preocuparse de no participar de la insidia, ser más expresivos, fuertes en el sentir y en dar. Lo que se resalta en estas fechas, es la verdadera comunión de todos nosotros. Dar un significado más grandioso al ámbito religioso y no pensar en las discrepancias que podrían surgir por lo que se come o no se debe comer. En todo caso, como católica que soy, sigo y persigo mis creencias… pero respeto demasiado las distintas a las mías.
“Lo que contamina al hombre no es lo que entra, sino lo que sale de él.” Y vale más entregar que recibir. Al final, todos somos hermanos de Jesús.

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