La presidenta había elegido trasladar el festejo oficial a la Basílica de esa ciudad pero eso no la evitó de oír frases que la incomodaron: el arzobispo Agustín Radrizzani, a cargo de la ceremonia, pidió “fortalecer el consenso” y “superar partidismos e intereses personales”. Lo hizo ante el gabinete nacional, gobernadores y dirigentes kirchneristas.
El arzobispo de Mercedes - Luján, Agustín Radrizzani lanzó fuertes definiciones que parecieron apuntar al Gobierno durante el Tedéum que encabezó este mediodía, al que acudió la presidenta, su esposo Néstor Kirchner y todo el arco kirchnerista, con militancia incluida.
Radrizzani hizo propias habituales frases de la oposición para pedir “fortalecer el consenso”; “superar partidismos e intereses personales” y “buscar soluciones superadores”. Además, reclamó “mayor independencia” de los tres poderes del Estado, alusión indirecta a la disputa que tiene el Gobierno por el control de la justicia.
Exhortó hoy a defender "a cualquier costo" el bien común y la unidad nacional, y reclamó también "un nuevo proyecto de país" fundado en valores "sólidos y verdaderos" que hagan posible "un justo y solidario desarrollo de la Argentina".
"Nos debemos un diálogo magnánimo y sereno, que significa abrirnos camino a través de la palabra y para eso debemos escucharnos con respeto y fortalecer el consenso sobre referencias comunes y constantes, más allá de partidismos e intereses personales", dijo en otro tramo del discurso.
Y marcó como desafíos "impostergables" el trabajar por una educación para todos, saldar la deuda con los pueblos originarios y promover la igualdad y el desarrollo social, aunque reconoció que "no será tarea fácil incluir a todos".
Delante de la presidenta Cristina Fernández, mandatarios extranjeros y demás autoridades nacionales, el prelado suplicó por "una justicia más efectiva, una mejor y más equitativa distribución de la riqueza, y una mayor independencia de los poderes republicanos".
"El Bicentenario es una oportunidad única para promover una mayor fidelidad a la democracia, ya que es la única que puede garantizar la igualdad y los derechos de todos", aseveró.
Sólo de a ratos endulzó los oídos de la presidenta, en una homilía que basó en cuatro ejes: memoria, identidad, reconciliación y desafíos.
Antes de empezar el Tedeum, el nuncio apostólico, monseñor Adriano Bernardini, leyó un mensaje del papa Benedicto XVI a la Presidenta y al pueblo argentino.
"Expresó vivamente mi afecto y cercanía espiritual a todos los argentinos, a los cuales encomiendo en mis oraciones, pidiendo al Señor que los bendiga abundantemente con la concordia, la paz y la prosperidad", leyó el diplomático que participó de la ceremonia en carácter en "enviado extraordinario" el Pontífice.
Afuera de la Basílica se agolparon militantes kirchneristas provenientes de los municipios de conurbano y agrupaciones como la Juventud Peronista.
Del ejecutivo fueron el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández; el canciller Jorge Taiana; el ministro del Interior, Florencio Randazzo; el de Planificación, Julio De Vido; la de Producción, Debora Giorgi; y la de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, además del secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde, el senador José Pampuro (FPV-Buenos Aires) y el diputado Agustín Rossi (Santa Fe).
También participaron el secretario general de la CGT, Hugo Moyano, el sindicalista Julio Piumato, y el presidente de la AFA, Julio Grondona. Estuvo también Estela de Carlotto, titular de Abuelas de Plaza de Mayo.
"Estamos en un momento crucial. Tenemos que defender a cualquier costo el bien común y la unidad nacional pidiéndole perdón al Padre por tantos egoísmos que nos llevaron a luchas fraticidas desde el nacimiento de la Nación", inició Radrizzani.
Al igual que Bergoglio en la Catedral, se permitió la autocrítica: "No nos excluimos como de estas miserias", afirmó. Y reclamó “una justicia más efectiva", una "mejor y más equitativa distribución de la riqueza" y "más independencia entre los poderes republicanos