sábado, 8 de mayo de 2010

Dos mujeres y un "Colorado"





A puro rimel y rouge, así se libró la batalla por ganarse al "Colorado" De Narváez durante la mañana del jueves. El campo de lucha fue el Aeropuerto Almandos Almonacid. Las contrincantes: Daniela Herrera y Alejandra Oviedo. Las féminas no se privaron de nada, chicanas, golpes bajos, guardias entrenados y una lágrima que la morocha hizo fuerza por retener. Toda batalla tiene sus caídos.
No hay nada más peligroso en la vida que el orgullo herido de una mujer. Pero más peligroso aún es cruzarse en el medio de la puja de dos mujeres por un hombre. La batalla puede cobrar dimensiones infernales.

Y esto paso, en la mañana del jueves. Todo comenzó tranquilo. En la sala de espera del Aeropuerto Almandos Almonacid estaba el ingeniero Agost Carreño con Daniela Herrera, una morocha bien puesta decidida a tener su foto con el "Colorado" De Narváez, y de paso recoger algo del capital político del presidenciable.

Pero a los minutos, arribo al lugar la diputada provincial Alejandra Oviedo, una rubia conocedora de sus trucos, armada hasta los dientes y lista para infartar a De Narváez. Con quien ya había mantenido reuniones previas.


La tensión electrizó el aire al instante. Un par de cruces de miradas, con la discreta administración de ponzoña que sólo una mujer sabe administrar, comenzaron a perfilar el escenario de batalla.

El primer embate lo dio la morocha. En el aire ya se avistaba el avión privado que traía al diputado bonaerense a La Rioja. La morocha apuró el paso para entrar a la recepción VIP.

Por detrás la blonda taconeo rápido, en un intento de sortear la guardia del lugar. Cuando se interpusieron en su camino, levantó la vista y fulmino a uno de los guardas. “¿No sábes quien soy yo?” le disparó la diputada al joven. La respuesta fue un escueto: “No”.

La rubia masticó su orgullo y juró en silencio contraatacar con rudeza. De Narváez ya estaba en la pista. Allí, la morocha luego de la presentación formal y las fotos entre risas, no se le descolgó del brazo izquierdo.

Al traspasar la entrada a la Sala de Espera, fue el turno de la rubia, quien arremetió decidida hacia De Narváez. La morocha intentó ajustar el lazo con el "Colorado". Pero ya era tarde, el hombre se había adelantado dos pasos y las curvas de la rubia fueron más.

El saludo efusivo con la rubia, tan solo fue un anticipo de lo que paso después. El presidenciable, jamás volvió su vista hacia la morocha. Ni siquiera cuando cerró la puerta del automóvil de la diputada.

Mientras la rubia y el colorado se escapaban por el horizonte, la morocha hizo fuerza para demostrar entereza. Una cosa es caer vencido en una batalla, y otra muy distinta parecerlo ante la prensa.