Paradojas imposibles de disimular se traducen en un profundo malestar que luego tiene su correlato en una sociedad que manifiesta sus disgustos, particularmente entre los jóvenes que observan un contexto absolutamente desfavorable, despojado de toda posibilidad de crecimiento.
Los últimos hechos violentos conmocionaron a una sociedad riojana que no estaba habituada a este tipo de episodios, pero que tampoco es ajena a lo que ocurre, sino más bien parte, aún cuando a veces se intente mirar para otro lado, o disimular un poco lo que a todas luces es imposible de disimular.
El fuerte sacudón, no obstante, obliga a una serie de cuestionamientos que son absolutamente necesarios, siempre que se hagan en pos de llevar a cabo una igualmente necesaria y consciente reflexión sobre lo que nos sucede.
Y en este contexto de cuestionamientos, las preguntas madre por estos días son dos: ¿por qué tanta violencia?; ¿por qué tan enquistada entre los jóvenes?
Mucho se puede decir al respecto, ya que las situaciones a las que asistimos y que conmueven al tejido social no responden, bajo ningún punto de vista a una causa única o excluyente, mucho menos a unos pocos responsables.
Con la asistencia de infinitas tecnologías de comunicación, la sociedad globalizada -también en La Rioja- se entera a diario de hechos violentos, contra personas y sus bienes, de diversas edades, razas, nacionalidades, con raíces de diversa naturaleza, bajo una simultaneidad inédita en la historia.
Y esta instantaneidad genera una gran impotencia en los eventuales espectadores. Se trata de circunstancias que provocan que el ser humano implemente una serie de acciones que intentan contrarrestar estos eventos, pero que en la mayoría de los casos, sólo queda en eso. Es así como surgen los foros, debates o cursos, en la búsqueda de educar en valores, sobre todo entre los más jóvenes.
Pero es también en este marco que surgen una infinidad de paradojas imposibles de disimular y que no hacen más que recordarnos que el nivel de agresividad y violencia creció notablemente en los últimos años y que esto se debe, principalmente, al accionar de la sociedad en su conjunto, ya que los problemas de violencia no hacen más que reflejar el entorno social, enmarcado a su vez en los contornos de aquellas instituciones que deben velar por todos y cada uno de nosotros, pero en la realidad distan mucho de hacerlo.
Entre lo que debería ser, y lo que es, se reproducen muchos de los factores o las causas que luego terminan desembocando en hechos de violencia que, aunque aparentemente desvinculados, siempre tienen algún punto de conexión entre sí.
Por eso mismo, y aunque muchos prefieran mirar para otro lado, no deja de ser llamativo o paradojal, el hecho de que el Concejo Deliberante capitalino, sea el escenario para un debate en pos de intentar explicar y poner freno a la violencia creciente y que preocupa a todos por igual.
No es que sea descabellado que dicho recinto se erija en un espacio de encuentro y de reflexión, sino que cuesta creer que así lo sea. Tampoco se trata, claro está, de cargar las tintas sobre la mayoritaria nueva composición de ediles, sobre quienes se deposita hasta el momento la esperanza de que el cambio implique un cambio en todo sentido. Pero los acontecimientos más recientes, impiden valorar tales acciones, teniendo en cuenta todo lo que se ha irritado a la sociedad capitalina a partir de la promulgación de ordenanzas inconsultas y que van directamente en detrimento del común de la gente a la que dicen representar.
Allí sigue dando vuelta, por ejemplo, el fuerte rechazo que generó la aprobación del aumento del boleto del transporte de pasajeros, a cargo de la Cooperativa Riojano’s, incremento que no sólo ocasionó malestar por el hecho de que nunca fue debidamente justificado -ni lo fue aún-, sino también porque afecta directamente al bolsillo de los usuarios que no reciben, a cambio, un servicio acorde, adecuado.
Y, por otra parte, a poco de aprobado dicho aumento, sale a la luz el dato para nada menor que la mencionada empresa recibirá directamente de Nación la suma de 12 millones de pesos en concepto de subsidios para la compra de gasoil, a su vez, ya subsidiado.
Nada de esto tuvieron en cuenta los concejales capitalinos a la hora de evaluar el aumento que se aprobó -esto es lo más grave- sin el más mínimo de los debates. Mucho menos si el servicio que presta Riojano’s está a la altura de lo que se cobra a cada pasajero (sobran antecedentes como para afirmar que no).
Y como si esto fuera poco, los ilustrados concejales aplicaron además una tabla polinómica que prevé, al menos, dos aumentos al año, lo que anticipa un 2012 caldeado.
Nada más se dijo al respecto, incluso a pesar del constante pedido desde distintos sectores de rever y modificar la medida. Tampoco nadie de la Cooperativa Riojano´s -al final de cuentas la única beneficiada- salió a brindar algún tipo de explicaciones y su titular, Gustavo Flamini, no atiende el teléfono, abrumado seguramente por el rugir de motores de alguna competencia de Rally en las que suele ser protagonista.
Más polémica
Tampoco nada se dijo ni se evaluó en torno a otra polémica e inconsulta medida como la modificación de la tasa de Seguridad e Higiene que implica un fuerte incremento para el comercio capitalino, a partir de un servicio que la Comuna capitalina no presta, ya que se encuentra tercerizado.
La situación se encamina definitivamente hacia la órbita judicial porque la medida, lejos de generar adhesiones, produce crecientes rechazos en todos los sectores, incluso entre las empresas bajo Régimen de Promoción, para las cuales se preveía algún beneficio.
No obstante, y a pesar de lo que fue un intento por atenuar la cuestionada medida, las cámaras empresariales en su conjunto, con el Centro Comercial e Industrial a la cabeza, se mantienen en pie de guerra.
Habrá que ver, entonces, cómo sigue la historia. Pero lo cierto y concreto es que ambas ordenanzas (aumento del transporte y tasas) fueron cortadas con la misma tijera, lejos de toda instancia de diálogo, lo que distancia definitivamente a los concejales del diálogo que se pretende instaurar ante un mal que se acrecienta, como el de la violencia social.
Resulta difícil en este escenario, que las fuertes e indisimulables paradojas entre lo que debería ser y lo que es, no se traduzcan de inmediato en un profundo malestar que pueda tener luego su correlato en una sociedad que manifiesta sus disgustos, particularmente entre los jóvenes que observan un contexto absolutamente desfavorable, despojado de toda posibilidad de desarrollo.
Y resulta mucho más difícil aún cuando con cierta obscenidad los funcionarios de turno se niegan a dejar su lugar a las nuevas generaciones y se enquistan en sus pequeños espacios de poder, amparados en las complicidades de quienes guardan silencio.
Enroques hay para todos los gustos y el Concejo Deliberante capitalino dista mucho de ser la excepción. En dicho recinto, el cargo de Secretaria Deliberativa habría quedado en manos de quien anteriormente se desempeñaba como Presidenta del Concejo Deliberante y que, a su vez, es madre de uno de los concejales que prestó juramento recientemente.
Si de echar leña al fuego de la creciente violencia social se trata, con algunos botones, basta y sobra para muestra.
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