En los últimos quince días La Rioja parece vivir una suerte de montaña rusa emocional. De los nervios previos a la firma del acta de Reparación Histórica del 20 de mayo, pasando por el alivio del decreto mediante el cual Cristina Kirchner prorrogó la Promoción Industrial. Junto al sobresalto inquietante, luego que se conociera que los legisladores nacionales, encargados de negociar las condiciones de aplicación de los beneficios, no habían leído la letra chica.Hasta llegar a esta semana, con los embates mendocinos contra la Promoción Industrial.
Mendoza pide que el decreto de Promoción sea declarado inconstitucional, con el consecuente riesgo de perder beneficios que necesitamos los riojanos.
Hasta ese momento, La Rioja siempre aparecía en el papel de víctima. Era la víctima de los deseos de otras personas.
Durante los últimos cincuenta años, sino más, los riojanos nos hemos visto a nosotros mismos como pobrecitos. Y esta imagen de marginalidad y pobreza que tenemos de nosotros mismos ha condicionado gran parte de la historia política.
Incluso, durante los dos periodos presidenciales de Carlos Menem, La Rioja no tuvo un rol protagónico a nivel nacional. Y aún con un riojano en el poder, la provincia no pudo revertir la fuerza arrolladora de un esquema de desarrollo centralista que concentra todas las riquezas en el puerto.
La Rioja siempre aparece ante nosotros, como condicionada. Una provincia condenada a no poder actuar, que tiene que rendirse ante los embates del destino, o la fatalidad geográfica o climatológica. Pero no siempre fue así.
Hubo un tiempo en que nuestra provincia, influía en el contexto nacional y continental. Sin ir muy lejos, ayer 3 de Junio, conmemoramos al Coronel Felipe Varela, se lucha y sus ideales de una Latinoamérica unida trascendieron nuestros cerros e impactaron en nuestra historia.
Entre aquella imagen de una Rioja dispuesta a pelear por sus derechos en el marco de la organización nacional. Hasta esta imagen de una Rioja pobrecita, que nada puede hacer, ha pasado mucha agua bajo el puente. Y demasiadas decisiones políticas que relegaron a nuestra provincia y terminaron por convencernos de que somos pobres y debemos aceptar ese destino.
Sin embargo, algo cambio en el panorama. Los procesos sociales son lentos y por momentos imperceptibles, pero siguen actuando a pesar que los neguemos o no podamos comprenderlos en su totalidad.
Pero hay momentos, instancias de la vida política y social de los pueblos en los que irrumpen y se presentan de cuerpo entero.
Ayer, durante el Encuentro de Defensa de la Promoción Industrial vivimos uno de esos instantes. Por eso, decíamos que estábamos ante un hecho histórico.
La unión de riojanos que sin banderías políticas se pusieron a pensar en el futuro y tomaron decisiones para frenar el avasallamiento a nuestros derechos.
Y en ese precisó instante, dejamos de ser víctimas, para convertirnos en capitanes de nuestro destino. Pero como todo proceso social, sino va acompañado de un fuerte consenso político e institucional corre el riesgo de diluírse, y las fuerzas creadoras de la sociedad, poco a poco se oscurecen hasta desaparecer.
Por estos motivos, la sesión del jueves en la Cámara de Diputados fue crucial. Tomaron el toro por las astas con decisión y valor, declararon institucionalmente su apoyo a la Promoción Industrial, fueron un paso más allá y convocaron al resto de las provincias beneficiadas con el decreto 699. Para que juntos, elaboremos las estrategias de defensa de estos beneficios promocionales.
Pasamos de ser víctimas del destino, a ser los constructores de nuestra propia historia.