lunes, 15 de agosto de 2011

Un triunfo con sabor a derrota para Luna



El triunfo obtenido por la lista K liderada por Teresita Luna parece ser un “triunfo con sabor a derrota”. Después de que el oficialismo festejó anticipadamente una victoria abrumadora basada en cifras de un “exit poll” que le aseguraban un triunfo de más de 20 puntos sobre el “devaluado” Carlos Menem, tuvo que resignarse a aceptar márgenes estrechos que los pusieron en aprietos.
Para cualquier analista, la bendecida lista oficial logró perder habiendo ganado. El triunfalismo exagerado y apresurado y esa actitud de sacar la lengua al perdedor, los golpearon en la cara y los sentaron en la realidad. Ganaron, sí. Pero por tan poco, que el triunfo terminó oliendo a derrota.
Sorpresivamente el pueblo de la Capital, el trofeo por el cual el lunismo y el quintelismo pugnaban, se volcó a las urnas para apoyar a Carlos Menem.
Este sabor a derrota debería ser lo mejor que les haya pasado, para abrirles los ojos, para ver la realidad que su vanidad ocultaba, para entender que deben cambiar.
El lunismo cabeza de la lista del FPV prácticamente redujo su fortaleza a los intendentes de los municipios cuyo importante caudal le permitió moderar su mal desempeño en el principal distrito de la provincia.
Los resultados redefinieron supremacías en las distintas regiones de la provincia. Gustavo Minuzzi fue el gran aportante para la fórmula oficial, logrando desdibujar a Nicolás Martínez.
La victoria que obtuvo Carlos Menem en la Capital fue una bofetada para aquellos que se están probando cuatro años antes el traje de gobernador. Esto dejó a las claras que el poder provincial se escribe con B de Beder.
El radicalismo, en tanto, logró imponerse solo en Chilecito, tierra natal del candidato Julio Martínez, la “Perla del Oeste”  demostró que no es una masa mecánica que se la puede conducir con una palanca desde arriba de una cabina, evidenciando discernimiento intelectual dentro del cuarto oscuro.
Con este panorama nadie puede festejar, y si lo hace es para la tribuna porque internamente los que se impusieron saborean el sabor amargo de los menos de cuatro puntos que los separa del caudillo riojano, cuya imagen está en franco crecimiento y que no sería nada extraño logre en las definitivas de octubre dar el batacazo.