miércoles, 17 de agosto de 2011

“Solo dos abogados aceptaron defender a las comunidades aborígenes"


Con perseverancia y sufrimiento Rosario Quispe logró liderar la lucha por la recuperación de tierras, generar emprendimientos productivos, obtener préstamos, ganar la confianza de fundaciones y enfrentar al poder político y a los técnicos que no comprenden la situación de la Puna. Un testimonio inspirador.
Rosario Quispe (50), estaba con sus llamas en Abra Pampa, en la puna jujeña a 3.600 m.s.n.m, mientras sobre una piedra sonaba insistentemente su celular. Eran los integrantes de AIRE (Aportes Interdisciplinarios para la Región) de La Rioja para invitarla a las jornadas de Genero y Diversidad. Quispe aceptó y un grupo de ONG´s locales tuvieron la oportunidad de charlar con ella y más tarde escucharla en una sala colmada de público en la Mariano Moreno, el viernes pasado.  
 
Junto a un grupo de mujeres de su comunidad comenzaron a organizarse en 1994, ante una profunda desocupación y una pérdida muy cercana: una tía de Rosario murió a los 37 años de cáncer de cuello de útero. “Era muy difícil, en la Puna no había trabajo, habían cerrado las minas, las mujeres nos quedamos solas, los hombres se iban a buscar trabajo al sur”, explicó Quispe. Mientras se unían para hacer artesanías y poder alimentar a sus hijos, hablaban con amigas de Buenos Aires que estaban disfrutando el uno a uno.  
 
Rosario se hizo cargo de los tres hijos de su tía y los sumó a su familia junto a sus siete hijos.  “Seguimos buscando trabajo, aprendimos a hacer de todo. Empezamos a buscar las razones del cáncer y si había mas mujeres enfermas. El doctor Gironda nos ayudo mucho”, explicó. A partir de esta preocupación concluyeron que el 30 por ciento de las mujeres de la Puna tienen lesiones cancerosas. “Seguimos enterrando mujeres, la semana pasado enterramos otra. Trabajamos muy fuerte. Hicimos un edificio. Pero nos quedamos con el edificio vacío porque los médicos no quieren ir a la puna, piden muchísimo, sueldos muy altos. Además se enferman por la altura. Y ganan mas en San Salvador”. Estiman que el flagelo del cáncer solo podrá reducirse si trabajan puerta a puerta por lo menos durante 10 años. Pero las comunidades no pierden las esperanzas. Firmaron un acuerdo con Cuba y mandaron a estudiar a 72 jóvenes de la Puna, quienes luego regresarán a sus lugares de origen.
 
El trabajo silencioso de Quispe trascendió en la propia Argentina cuando recibió una distinción en Suiza en 1997 por su labor como líder comunitaria.  A partir de ahí los medios se interesaron en su labor. Incluso se instaló durante un mes en la Puna una periodista italiana de Le Monde Diplomatique, y mostró la realidad de las comunidades. “Escribió un articulo tan lindo que cuando vino el fundador de Avina a Buenos Aires a hacer sus negocios, en un hotel leyó este artículo de la Warmi”, explicó Quispe. Les mandaron un técnico y a partir de ahí les dieron dinero para distintos emprendimientos. “Avina ha sido la primera organización que ha confiado en los collas y que nos ha dado plata”, señaló Quispe.
 
A partir de esto organizaron la asociación Warmi Sayajsunqo (mujer perseverante), mientras Rosario les decía a las mujeres: “está bien, ahora nos ha donado la plata un rico, pero cuántos mas van a volver a la Puna, cuántos mas”. Comenzaron siendo 37 comunidades y hoy son más de 80 las que integran esta entidad.  
 
Sin embargo, los obstáculos con los que se enfrenta la comunidad aborigen no están vinculados  solo a los recursos financieros. Las diferencias culturales y la falta de compromiso del resto de la sociedad es central. Un año después del dinero enviado por Avina, llegaron representantes de la entidad para recibir la rendición de cuentas de la Warmi. La contadora a la que las comunidades habían confiado el trabajo de administración les falló. Fueron los propios líderes de los distintos emprendimientos los que a pizarrón partido y con cuadernos escritos a mano, rindieron los gastos. Ante tanta transparencia, desde la fundación les dijeron “pidan lo que quieran”.
 
Con dinero ahorrado y con la incorporación de nuevas comunidades, la Warmi  compró una estación de servicio, un comedor para turistas y un 0600 para conectarse a Internet, entre otras adquisiciones. Y como resultado de la experiencia y el aprendizaje, estos últimos años comenzaron a generar empresas para la gente, en lugar de centralizar todo en la asociación. Cuentan con un emprendimiento para sacar sal, otro sobre turismo, servicio de remises, venta de truchas, gomerías.
 
“Esta experiencia nos ha hecho poder buscar mas plata para la gente. Y hace cuatro años apareció la posibilidad de obtener un crédito del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Y con mucho orgullo puedo decir que la Warmi fue la única organización de Jujuy que pudo sacar dinero sin la intervención de ningún político”, explicó Quispe. Los aplausos de la sala –incluso con la presencia de varios políticos- surgieron espontáneamente. “Si, suena muy lindo -dijo Rosario- pero no nos ha ido tan bien. Ellos tienen reglas muy estrictas. Y debíamos tener toda una plana de técnicos que manejara el proyecto”. Tuvieron que ir a buscarlos.
 
Los técnicos que iban a manejar el proyecto eran jóvenes que nunca habían ido a la Puna. “Ha sido un pelea constante. Terminamos devolviendo la mitad de la plata al BID porque era insoportable la relación con los técnicos”, explicó Rosario. Finalmente contrataron una abogada de confianza que desde Jujuy les maneja los papeles. Pero saben que no es suficiente. “Entonces dijimos, hasta que no nos capacitemos nosotros, nuestros jóvenes, devolvemos la plata. Eso es lo mas duro que hemos vivido en la asociación de mujeres. Ya después de tanta lucha, no estábamos dispuestas a recibir ordenes. Vamos caminando despacio pero vamos caminando”, agregó.
 
Actualmente con la Fundación Educando están dando cursos a cien chicos en Abra Pampa. Es el primer paso para el gran sueño de Rosario: comenzar la universidad en la Puna.
 
Por las tierras
Las comunidades de la Puna también encararon la lucha por el territorio. De hecho obtuvieron sentencias favorables y el gobierno jujeño empezó parcialmente a cumplir. “Con vergüenza tengo que decir que solo dos abogados aceptaron defender a las comunidades aborígenes, no quieren demandar al estado. Es muy difícil para nosotros contar con técnicos propios. La pelea es muy fuerte, la contaminación es muy grande, se están llevando camionadas de oro todos los días, y al lado hay niños desnutridos, los hospitales no tienen ambulancia. La que tenemos nosotros la donaron la Sole Pastorutti y Facundo Arana”, señaló Quispe.
 
Rosario cuestionó la división entre las provincias que están afectadas por los mismos problemas como Salta, Catamarca, Jujuy, La Rioja, Tucumán. “Mientras seguimos cada uno por su lado, se están llevando nuestras riquezas”, advirtió.
 
En relación a la pelea por las tierras, dijo que si bien lograron cerrar rutas y ganar los juicios, “curiosamente nos han dado las tierras de la parte baja que no tienen riquezas”.
 
Para Quispe “políticamente estamos mas o menos mal”. “Yo creo que los planes han adormecido a la gente, no buscan trabajo, adormeció a las comunidades”. Y dijo que si las cosas estuvieran bien, la Warmi no debería existir. “Yo estaría en mi casa cuidando a mis hijos y nietos”. Y concluyó: “nosotros tenemos claro que si no nos capacitamos no podemos salir adelante, porque sino pasarán otros 500 años y nos volverán a pisar”. Al terminar la conferencia y después de un aplauso eterno, Rosario agradeció: agarró una caja y comenzó a coplear.