Los riojanos que lograron sortear con vida el séptimo mayor terremoto de la historia de la humanidad en Chile están regresando a nuestra provincia. `Sólo Dios podía salvarnos` dicen. La emoción los embarga. Alegría por el reencuentro, tristeza por las personas que continúan sufriendo en el país vecino. Y un tono aplomado en la voz, que da cuenta de un crecimiento que solo parece acontecer en situaciones límites.
Radio Fénix pudo dialogar en exclusivo con Maximiliano Bóveda al momento de pisar suelo riojano. “Estoy muy contento y agradecido, por toda la gente que nos apoyó luego de este mal rato pasado en Chile” dijo.
Su rostro refleja la emoción y el combate de sentimientos que bullen en su interior. Como todo gran ser humano manifestó su alegría por el regreso, pero su tristeza “por los afectos que quedaron en Chile y continúan sufriendo”.
Su rostro refleja la emoción y el combate de sentimientos que bullen en su interior. Como todo gran ser humano manifestó su alegría por el regreso, pero su tristeza “por los afectos que quedaron en Chile y continúan sufriendo”.
Sus palabras golpean en el pecho. Y de golpe, nos traen a la realidad, estos riojanos lograron sobrevivir al séptimo mayor terremoto de toda la historia de la humanidad.
“Sólo podíamos rezar a Dios y pedir por nuestras vidas. No había acción del ser humano capaz de protegernos” dice Maxi.
Sergio Romero, otro de los sobrevivientes, se suma al diálogo desde el colectivo que lo acerca minuto a minuto a nuestra provincia. “La desesperación era terrible. La gente gritaba: ‘corran, corran que la fábrica va a explotar’ y trepaban por los cerros con lo que tenían puestos, como podían. Miles de personas” cuenta.
Por su parte Ramón Bóveda, padre de Maxi, que cruzó la cordillera para encontrar a su hijo, en diálogo con Radio Fénix contó que la visión de las ciudades chilenas a su paso solo son comparables con las imágenes de ciudades desvastadas por bombardeos.
Pero ni Maxi, ni Sergio lograron dimensionar lo que había sucedido durante el terremoto que sacudió a Chile en la madrugada del sábado pasado. Con el paso de los días fueron tomando conciencia, y el viaje de regreso les mostró la brutal destrucción causada.
“Recién a los días, cuando salimos, comenzamos a dimensionar todo lo que había pasado. Cuando salí hacia la embajada, tuve que salir corriendo para los cerros por las alertas de tsunami” contó Maxi.
Por su parte Sergio, que se encontraba en Talcahuano, en casa de su representante, contó que “jamás en mi vida pensé en vivir algo así. Fue la parte más dañada. Donde ingresaron las olas del tsunami. Yo estaba cerca de una fabrica que maneja petróleo, y estaba en llamas y la gente gritaba: “corran, corran que la fábrica va a explotar” había mucha desesperación, La gente corría hacia los cerros con lo que tenía puesto tratando de escapar de la tragedia”.
Ambos aseguran que no volverán a Chile, para jugar al fútbol. Quien puede juzgar esta decisión. Lo cierto es que mientras estos argentinos procesan todo lo vivido, el regreso a nuestra tierra los llena de alegría y la visión de sus seres queridos, familiares y amigos, abre paso a las lágrimas.
Esas que nace de lo más profundo y dejan marcas imborrables en nuestras almas. “Uno sigue desde acá dando fuerzas a nuestros hermanos chilenos y pidiéndole a Dios que es el único que los puede ayudar”.
“Sólo podíamos rezar a Dios y pedir por nuestras vidas. No había acción del ser humano capaz de protegernos” dice Maxi.
Sergio Romero, otro de los sobrevivientes, se suma al diálogo desde el colectivo que lo acerca minuto a minuto a nuestra provincia. “La desesperación era terrible. La gente gritaba: ‘corran, corran que la fábrica va a explotar’ y trepaban por los cerros con lo que tenían puestos, como podían. Miles de personas” cuenta.
Por su parte Ramón Bóveda, padre de Maxi, que cruzó la cordillera para encontrar a su hijo, en diálogo con Radio Fénix contó que la visión de las ciudades chilenas a su paso solo son comparables con las imágenes de ciudades desvastadas por bombardeos.
Pero ni Maxi, ni Sergio lograron dimensionar lo que había sucedido durante el terremoto que sacudió a Chile en la madrugada del sábado pasado. Con el paso de los días fueron tomando conciencia, y el viaje de regreso les mostró la brutal destrucción causada.
“Recién a los días, cuando salimos, comenzamos a dimensionar todo lo que había pasado. Cuando salí hacia la embajada, tuve que salir corriendo para los cerros por las alertas de tsunami” contó Maxi.
Por su parte Sergio, que se encontraba en Talcahuano, en casa de su representante, contó que “jamás en mi vida pensé en vivir algo así. Fue la parte más dañada. Donde ingresaron las olas del tsunami. Yo estaba cerca de una fabrica que maneja petróleo, y estaba en llamas y la gente gritaba: “corran, corran que la fábrica va a explotar” había mucha desesperación, La gente corría hacia los cerros con lo que tenía puesto tratando de escapar de la tragedia”.
Ambos aseguran que no volverán a Chile, para jugar al fútbol. Quien puede juzgar esta decisión. Lo cierto es que mientras estos argentinos procesan todo lo vivido, el regreso a nuestra tierra los llena de alegría y la visión de sus seres queridos, familiares y amigos, abre paso a las lágrimas.
Esas que nace de lo más profundo y dejan marcas imborrables en nuestras almas. “Uno sigue desde acá dando fuerzas a nuestros hermanos chilenos y pidiéndole a Dios que es el único que los puede ayudar”.