La muerte de Víctor Rafael Gallardo es inexplicable e injustificable. Víctima de una violencia irracional, que da cuenta de un malestar en la cultura que excede a los propios individuos. El nombre del agresor es Leonardo Godoy, pero podría haber sido Juan o Pedro o cualquiera. Los síntomas de violencia cotidiana que padecemos dan cuenta de ello. Demasiado tiempo los adultos riojanos hemos eludido responder a una pregunta central: ¿Qué nos pasa a los riojanos?
Analizar un hecho fatídico, que nos toca tan de cerca, es difícil. Nada aplaca el dolor de la familia Gallardo, ni el nuestro. Pero quizás son estos, los momentos en que los adultos tenemos que ponernos los pantalones largos y asumir nuestro rol como tales en la sociedad.
Año tras año, hemos recogido en estas páginas, innumerables síntomas del malestar que aqueja a nuestra sociedad. No sabemos ponerle nombre, ni siquiera sabemos si tienen nombre. Le llamamos inseguridad, violencia, anomia, suicidios, droga.
Buscamos culpables, intentamos tirar la pelota afuera, responsabilizar a otros. A cualquiera, no importa. Cualquier cosa antes de asumir que los principales responsables de la situación que atravesamos somos nosotros los adultos.
Usted podrá decir que no es responsable si los adolescentes toman, o si los jóvenes mueren en un accidente vial, o si otros comienzan a ser más y más violentos en las formas de delinquir o si terminan quitándose la vida colgados de una soga. Incluso Usted podrá decir que jamás en su vida supo que son las drogas.
Sin embargo, están allí. Todos estos hechos están allí. Ante nosotros. No hay nadie más a quien responsabilizar.
Y ojo, no se trata de andar echando culpas. Sino de hacernos cargo. Aceptar que algo hemos hecho mal, que es necesario corregir algunas conductas, algunas decisiones que tomamos y que resultaron equivocadas.
El tiempo es ahora, no mañana. Hoy estamos lamentando la pérdida de una vida luego de un ataque irracional de violencia. El agresor podría haber sido nuestro hijo o peor podría haber sido la víctima.
No nos engañemos. Estamos viviendo en una Rioja, día a día, más violenta. ¿En qué hemos fallado? No tenemos todas las respuestas. No sabemos.
Lo que le proponemos querido oyente, lector, es que cada uno de nosotros. En la intimidad, intentemos responder a esta pregunta ¿Qué nos pasa a los Riojanos?, ¿Qué hice, qué dejé de hacer para que lleguemos a esta situación?, ¿Qué debo cambiar, para que esta realidad cambie?.
No nos confundamos. El problema no son los adolescentes. Somos nosotros los adultos. Quizás tengamos que comenzar a ver a los jóvenes como hijos nuestros, como hijos de todos, que necesitan que sus padres de una vez por todas actuemos como adultos.
Grupo Fénix
Año tras año, hemos recogido en estas páginas, innumerables síntomas del malestar que aqueja a nuestra sociedad. No sabemos ponerle nombre, ni siquiera sabemos si tienen nombre. Le llamamos inseguridad, violencia, anomia, suicidios, droga.
Buscamos culpables, intentamos tirar la pelota afuera, responsabilizar a otros. A cualquiera, no importa. Cualquier cosa antes de asumir que los principales responsables de la situación que atravesamos somos nosotros los adultos.
Usted podrá decir que no es responsable si los adolescentes toman, o si los jóvenes mueren en un accidente vial, o si otros comienzan a ser más y más violentos en las formas de delinquir o si terminan quitándose la vida colgados de una soga. Incluso Usted podrá decir que jamás en su vida supo que son las drogas.
Sin embargo, están allí. Todos estos hechos están allí. Ante nosotros. No hay nadie más a quien responsabilizar.
Y ojo, no se trata de andar echando culpas. Sino de hacernos cargo. Aceptar que algo hemos hecho mal, que es necesario corregir algunas conductas, algunas decisiones que tomamos y que resultaron equivocadas.
El tiempo es ahora, no mañana. Hoy estamos lamentando la pérdida de una vida luego de un ataque irracional de violencia. El agresor podría haber sido nuestro hijo o peor podría haber sido la víctima.
No nos engañemos. Estamos viviendo en una Rioja, día a día, más violenta. ¿En qué hemos fallado? No tenemos todas las respuestas. No sabemos.
Lo que le proponemos querido oyente, lector, es que cada uno de nosotros. En la intimidad, intentemos responder a esta pregunta ¿Qué nos pasa a los Riojanos?, ¿Qué hice, qué dejé de hacer para que lleguemos a esta situación?, ¿Qué debo cambiar, para que esta realidad cambie?.
No nos confundamos. El problema no son los adolescentes. Somos nosotros los adultos. Quizás tengamos que comenzar a ver a los jóvenes como hijos nuestros, como hijos de todos, que necesitan que sus padres de una vez por todas actuemos como adultos.
Grupo Fénix