Foto:Por Luis Romano
Hoy se celebra el aniversario 207° de la Revolución de Mayo, el comienzo de lo que seis años después, en 1816, significaría la Declaración de la Independencia Argentina. En conmemoración, habló con el historiador Daniel Balmaceda, quien relató y describió con todo el color los misterios del acontecimiento de aquel 25 de mayo de 1810.
—¿Qué significó el 25 de Mayo y porqué no representó una independencia fáctica para cuya declaración final hubo que esperar 6 años más?
Paradójicamente, se suele recordar más los protagonistas y situaciones del 1810, que de 1816.
—Lo curioso es que en términos básicos de conocimiento la Revolución de Mayo significó un cambio concreto. Mandaba el Virrey, llegó la revolución y comenzaron a mandar nueve integrantes de la Junta. En cambio la declaración de la Independencia fue algo más abstracto.
La importancia de la Declaración de la Independencia supera por supuesto a lo que se logró el 25 de mayo. Tenemos un 25 de mayo donde logramos un gobierno autónomo y en la declaración de la independencia, logramos un Estado soberano.
Entonces, ¿cuál es el significado del 25 de mayo y porqué no se avanzó más de eso? En realidad hay que tener en cuenta que lo que hizo Buenos Aires fue crear una junta de la misma manera que había ocurrido en España. Una vez que Fernando VII fue retirado del poder, se formaron la juntas de Cádiz, la junta de Sevilla. Por lo tanto, Buenos Aires lo que hizo fue replicar el sistema de juntas y siguió gobernando de la misma manera que habían hecho las juntas en España bajo la soberanía de Fernando VII. De hecho, la Primera Junta se llamaba en realidad Junta Provisional de Gobierno de la Soberanía del Señor Don Fernando VII. Justamente respondía a él. No se podía plantear más allá de un gobierno autónomo porque por empezar para generar una Independencia había que consultar al resto del territorio.
—¿Cómo debemos imaginar a esta Buenos Aires de 1810 respecto de sus comidas, la vestimenta usada, los peinados y demás?
—¿Cómo debemos imaginar a esta Buenos Aires de 1810 respecto de sus comidas, la vestimenta usada, los peinados y demás?
—Tenemos algunos mitos creados en los actos escolares de las escuelas. Por ejemplo, el sereno, el que decía '¡Las 12 han dado y sereno!’, es muy posterior, es de la década de 1830. En 1810 no había serenos en Buenos Aires.
Tampoco estaban los peinetones. Aquellos famosos peinetones que las chicas usaban en los actos son posteriores. Mariquita Sánchez de Thompson los pudo haber usado, pero a partir de 1828 cuando Manuel Masculino llegó a Buenos Aires y comenzó a vender ese tipo de peines. La ropa era muy sencilla. Las mujeres se hacían los vestidos que eran de un tiro alto. El hombre en general usaba levita, un saco con cola. Por supuesto, todos con sombreros. En cuanto a las ventas, sí se vendían empanadas. En los actos gritábamos ‘¡empanadas calientes que queman los dientes!’. Eso no podía pasar de ninguna manera porque uno compraba las empanadas en la recova, en el medio de la Plaza de Mayo, en un canasto que estaban semitapadas y que por supuesto a esa altura ya se habían enfriado.
—¿Había clases sociales definidas? ¿Cuál era la concepción de "pueblo"?
—¿Había clases sociales definidas? ¿Cuál era la concepción de "pueblo"?
—Las clases sociales estaban claramente definidas. Cuando nosotros decimos ‘pueblo’, eran los vecinos importantes, las familias más prestigiosas de aquél tiempo. Bajo ningún punto de vista el concepto de pueblo es visto como nosotros lo vemos ahora. En la asamblea o Cabildo abierto se invitaba a todo el vecindario, y ¿qué era el vecindario? Sobre 30 mil habitantes, todo el vecindario eran 450 vecinos representativos.
—¿Qué pasaba en mayo de 1810 en el resto del Virreinato, en lo que ahora son las provincias del Interior del país? ¿Cómo y cuándo se enteraron de la revolución del 25?
—Al comienzo no tenían ningún tipo de contacto porque la semana de mayo arrancó el viernes 18 de mayo y terminó el 25, por lo tanto no hubo tiempo de anoticiar. Simplemente llegaron notificaciones a Santa Fe, a Córdoba. Sólo se contó que había un movimiento generándose. Es más, en muchos casos en la propia Buenos Aires no se percibía todo esto que llamamos ‘revolución’. Precisamente el primer acto de la Junta presidida por Saavedra fue enviar chasquis a los cabildos de las provincias, para informarles sobre lo que había ocurrido e invitarlos a que envíen sus representantes, lo cual terminó conformando la Junta Grande. La reacción fue dispar. Mientras que Montevideo no aceptó el cambio, Mendoza y Salta inmediatamente se plegaron a esta nueva forma de gobierno autónomo.
—French y Beruti, ¿los tenemos que imaginar como dos jovenes entusiastas por la libertad o como dos aguerridos militantes capaces de dar muerte? ¿Repartieron acaso escarapelas?
—French y Beruti pertenecían a un cuerpo militar. Domingo French era el superior de Antonio Luis Beruti. Lo que ellos tuvieron a cargo fue la organización del Cabildo abierto. Lo que hacían en realidad era admitir a algunos vecinos de los invitados, y a otros disuadirlos de que no participaran.
Eran hombres duros, con cierto grado de violencia, que en realidad se manifestó a partir de junio o julio de 1810, no tanto en mayo. Luego pasaron a ser conocidos como 'La Legión Infernal', en la semana de mayo aún era todo muy incipiente. Nosotros tenemos el famoso mito de las escarapelas. La escarapela era un distintivo militar. En todo caso lo que se podía distribuir eran cintas. La redonda, de ninguna manera iba a distribuirse entre civiles. Sí las cintas, porque se usaban para mostrar cierto partidismo hacia alguna idea política. El reparto de las cintas celestes y blancas concretamente ocurrió marzo y abril de 1811. No existieron cintas celestes y blancas de 1810.
—¿Existían los paraguas en 1810 que solemos ver en los cuadros que representaron el Cabildo abierto?
—¿Existían los paraguas en 1810 que solemos ver en los cuadros que representaron el Cabildo abierto?
—Existían paraguas. Eran menos impermeables que los de ahora. Se utilizaban tanto como sombrillas que como paraguas. Pero no podemos decir que en la plaza había muchos paraguas. Era un elemento de lujo, y si hubo el 25 de mayo, día lluvioso, habrán sido dos o tres como mucho.
—Si nos trasladamos con la imaginación a la plaza frente al Cabildo, ¿lo veríamos igual a como es ahora?
—No, el Cabildo perdió arcos a ambos lados. Para hacerse la avenida de mayo se le quitaron tres arcos. Luego, para hacerse Diagonal Norte (Av. Julio Argentino Roca), se quitaron otros tres arcos. El cabildo que vemos hoy es una restauración de 1942. Era más amplio y tiene una particularidad, por tener cinco arcos de cada lado, dónde se hizo el cabildo abierto. No había un salón tan grande dentro del edificio. La reunión se hizo en el balcón. El cabildo abierto del 22 de mayo se hizo en el balcón, que se tapó por cuestiones de frío y privacidad con tapices y algunas lonas. Es más, se tuvieron que buscar escaños en las iglesias cercanas para poder sentar a 200 personas. Se colocaron en el balcón.
—Algunos de los más recordados próceres revolucionarios fueron Belgrano, Castelli, Moreno, entre otros.
¿Cómo terminaron sus días?
—Un par de los miembros de la Primera Junta ni siquiera alcanzaron al año de la conformación, porque por ejemplo Manuel Alberti, el sacerdote de la Junta, tuvo un paro cardíaco tras discutir en diciembre de 1810 con el Deán Funes. En marzo fue la muerte de Moreno (falleció, presuntamente envenenado, en una embarcación camino a Europa). La Junta rápidamente se desintegró por estas cuestiones. Luego fueron llegando los integrantes de la Junta Grande. Se amplió el número, pero la Junta Grande no logró el objetivo de actuar como órgano legislativo. Había series diferencias entre los representantes. No terminó de arrancar por lo que hubo que buscar una solución y ése fue el Triunvirato.
Daniel Balmaceda es periodista y escritor. Miembro titular y vitalicio de la Sociedad Argentina de Historiadores. Se desempeña como consultor de historia en instituciones y en diversos medios escritos, radiales y televisivos del país.