"Desde lejos, no se vé. No” la canción de Los Piojos nunca fue más acertada. El viernes último, los gobernadores intentaron una nueva maniobra para pedirle plata a Néstor Kirchner. Beder Herrera aún no regresaba de su viaje a EE.UU. y la vicegobernadora vio la ocasión, como una oportunidad de cobrar relieve nacional. Pero terminó viendo las negociaciones sentada al ladito de la puerta.
Todo un mensaje del kirchnerismo hacia Teresita Luna.
Una de las primeras enseñanzas de la política es que “uno, no es poderoso por sentarse en la mesa de los poderosos”. Aún así, son muchos los dirigentes riojanos que viven tras el objetivo de conseguir la foto, que los muestre rodeado de poderosos.
Claro que no siempre las cosas salen bien. Tal fue el caso de la vicegobernadora Teresita Luna, quien este viernes tuvo que tragarse su orgullo cuando la excluyeron de la mesa de negociación que Néstor Kirchner había convocado para dialogar con los gobernadores oficialistas.
Los gobernadores fueron convocados por Néstor Kirchner para discutir el nuevo sistema de coparticipación federal. La idea es repartir entre las provincias el excedente de la recaudación fiscal. Ya es casi un hecho. El próximo 27 de mayo, volverán a reunirse en la Casa de Salta para definir de dónde saldrán esos fondos y cómo distribuirlos.
Y hablando de la Casa de Salta. Todos recordarán que el pasado 27 de abril, Néstor Kirchner dejó esperando a todos los gobernadores y les mandó al ministro Florencio Randazzo, en su lugar.
Ese día, el gobernador Beder Herrera hizo una jugada magistral, y conocido por sus rápidos reflejos, logró ser el único mandatario provincial que pudo reunirse con Néstor.
Pero no sólo eso. Se ganó un paseó en helicóptero hasta la Quinta de Olivos, y cerrar una serie de auspiciosos compromisos para el avance de la obra pública en la provincia.
Entonces, ¿Por qué trataron en forma tan despreciativa a nuestra vicegobernadora? Las respuestas habría que buscarlas en la última visita de Néstor Kirchner a la provincia.
Todos recordarán que las ambiciones desmedidas de la familia Luna la llevaban a mantener disputas constantes en el seno del Ejecutivo provincial. Y en cierta manera, los hermanos habían logrado vender en Buenos Aires una imagen que no se condescendía con la realidad, pero que fue comprada por un minúsculo sector del kirchnerismo.
Pero este castillo construido en el aire se desmoronó, cuando los Luna desafiaron al gobernador y durante la visita del presidente del PJ nacional, apostaron a dividir los actos.
Néstor con gran cintura diplomática aceptó ir a los dos.
Ese fue el comienzo del fin de los Luna a nivel nacional. Fueron los ojos del propio Néstor Kirchner los que vieron que los Luna vendían ilusiones y espejitos de colores. Ni un solo dirigente de peso había en el lugar. Solo mujeres y niños, que intentaban llenar el reducido recinto del Centro Cinco.
Otro panorama, muy distinto, encontró en el acto del Golf Club organizado por Beder Herrerra. Desde ese día, los Luna brillan solitarios en la noche.