La decisión del Gobierno nacional de expropiar YPF movió el tablero político. Senadores y diputados riojanos están ahora en la mira y se debaten entre posturas que evidencian, entre otras cosas, algunas contradicciones.
Mucho se dijo en los últimos días y mucho se continuará diciendo en los que vendrán en relación a la decisión del Gobierno nacional de expropiar YPF. Y entre tantos vericuetos legales y de los otros, habrá quienes continuarán esgrimiendo sus argumentos a favor y quienes esgrimirán sus argumentos en contra.
Es inevitable, mucho más cuando se ponen en juego los intereses de dos países que, a lo largo de la historia, siempre estuvieron hermanados.
Pero más allá de estas cuestiones que podrían suponer páginas y páginas de análisis, para el común de la gente lo que está en juego aquí es una necesaria y vital mejora en el abastecimiento y costo de los combustibles, lo que en más de una ocasión se volvió una verdadera indignación, como consecuencia de horas y horas de largas colas para conseguir -en el mejor de los casos- un poco de nafta.
Esta reflexión trae obligadamente a la memoria local el inicio mismo del problema en relación a la escasez de combustibles, cuando el por entonces ministro de Infraestructura Javier Tineo (ahora diputado nacional) criticó duramente a este medio por informar sobre una situación a todas luces indisimulable y que, con el correr del tiempo surge con más fuerza y a partir de una medida del Gobierno nacional que busca, entre otras cosas, garantizar precisamente el abastecimiento que como tal es deficiente.
No se trataba, en definitiva y tal como lo afirmaba Tineo de una reasignación de cupos -o al menos no sólo de eso-, sino por sobre todas las cosas de la escasez por falta de producción de un elemento que es fundamental para que el país y la provincia se movilicen.
Algo que ahora el ex ministro parece haber entendido, toda vez que fue uno de los primeros diputados nacionales en anticipar -contradicción mediante- su apoyo irrestricto a la decisión K que, mal que le pese, lo pone en evidencia en un muy brevísimo lapso de tiempo.
En este contexto nétamente temporal, muy diferente es el caso del ex presidente Carlos Saúl Menem, al que muchos -por simple deporte- le caen con dureza, cualquiera sea la decisión que tome a la hora de levantar la mano en el Senado.
La lectura más simplista indicaría que, según pasan los años, Menem dejaría de ser un presidente privatizador para pasar a ser un Senador estatista. Sin embargo, fue el propio Carlos Menem el que se encargó de señalar que “el escenario ha cambiado” y que la situación no es igual a la de aquel momento en que decidió llevar adelante la privatización de YPF.
Menem, más pragmático que ninguno, basa fundamentalmente su decisión actual en el hecho de que Repsol, lejos de invertir en Argentina, no hizo más que sacar sus ganancias fuera del país, y dicho argumento -aún en lo contradictorio de las circunstancias- difícilmente pueda ser rebatido.
No obstante, no deja de preocupar a Menem, al igual que a otras provincias no petroleras, que no existen razones para que las mismas no sean accionistas de YPF en el nuevo esquema de reestatización, lo que en el caso de La Rioja se agravaría aún más, si las exploraciones que se están realizando tuvieran resultados positivos. ¿Qué pasaría entonces si finalmente se descubriera oro negro en la Provincia?
No obstante, está más que claro que tanto en el caso de Menem, como en el de Tineo y también en el resto de los diputados y senadores riojanos -por caso Beba Soria, Jorge Yoma o Griselda Herrera, dejando afuera a los radicales- lo que prima es el sentido de la pertenencia al proyecto K que, por lo general, ponen por delante del sentido de las convicciones ya expropiadas hace rato.
Una obviedad que en rigor de verdad no resistiría el menor de los análisis si no fuera por las extrañas y hasta sospechosas posturas de la senadora nacional Teresita Luna.
El caso de Luna es un tanto más complicado, dada su permanente mimetización de ideas en función de las situaciones en las que le toque estar. Así quedó demostrado en los últimos días en los que la ex vicegobernadora acomodó su discurso de acuerdo a sus eventuales compromisos públicos, haciendo gala de una -para algunos- envidiable capacidad para decir lo que la gente quiere escuchar.
Ocurrió en el marco del aniversario de la localidad de Famatina (envuelta en un verdadero conflicto social y político en relación a la minería), donde Luna supo entender la consigna en un contexto en el que no había representantes del bederismo, y arreciaban las críticas hacia el Gobierno provincial, que pretende desarrollar la actividad minera en el sector.
Fue entonces que Luna sostuvo que la de aquella localidad es “una batalla (antiminera) que la está ganando el pueblo” y que ningún sector político, debe arrogarse la bandera de la defensa del Famatina.
Pero ya en otras tierras por cierto menos conflictivas, no demoró demasiado la Senadora provincial en definirse como una kirchnerista pro-minera para remarcar así -por las dudas- su pertenencia al espacio comandado por la presidenta Cristina Kirchner y destacar entonces el posicionamiento adoptado públicamente por el Gobierno nacional del cual forma parte, con respecto al fuerte respaldo al desarrollo minero, siempre bajo estrictos cuidados del medio ambiente. Hasta aquí, nada que no se haya dicho antes, ni que no quede -otra vez- bien decirlo.
“La defensa de las tierras, el control de los hidrocarburos y de nuestros recursos naturales, y porqué no, la minería, son las políticas que tenemos que defender”, sostuvo Luna, con lo cual no hace falta ahondar demasiado para saber cuál será su postura en el Senado en relación a la expropiación de YPF, aunque el juego de distanciamientos y acercamientos de la Senadora, en algún momento, podría traerle sus buenos dolores de cabeza, si es que no se los trajo ya.
No es novedad que Luna, a partir de los asesoramientos extremos de quienes la rodean, puede adoptar posturas extremas que ya la llevaron a alejarse del bederismo -sector a través del cual obtuvo su banca en el Senado- y que, no sería extraño, podrían alejarla también del proyecto K al que asegura -no sin mediar algunas contradicciones- plenamente representar.
Mientras tanto la misión de la Senadora, al igual que la de sus pares representantes riojanos es lo suficientemente clara: no quedarse, a mitad de camino, sin nafta.