Hablar de las más recientes publicaciones del escritor Felipe Pigna es también hablar de una promesa incumplida de parte del mayor divulgador de temáticas referidas a la Historia Argentina de las últimas décadas. Es que en su libro “Mujeres tenían que ser” editado en 2011, Pigna incurre en un grave error al hablar de las mujeres riojanas, error que al ser advertido por esta cronista éste prometió rectificar.
Por Alejandra Pérez
En mayo de 2013 y ante un auditorio repleto de público, la mayoría de ellos estudiantes de las carreras afines a la Historia escuchó de boca del propio Felipe Pigna pronunciar “Tenemos a las mujeres incorrectas, a las montoneras de la cual esta provincia dio dos mujeres extraordinarias como Dolores Díaz “la Tigra”, la mujer de Felipe Varela, un personaje maravilloso. Mujeres compañeras, guerreras, obstinadas que seguían a sus maridos y a sus ideas.
Cuando uno lee los documentos después de la derrota en Pozo de Vargas de la que habla la famosa zamba, ella va a ser secuestrada y transferida a una especie de campo de concentración con otras mujeres montoneras derrotadas donde va a estar unos meses sin saberse nada de ella a pesar de los reclamos de Castro Barros y de otros que piden por su vida, luego va a ser liberada y va a tener que vivir de su telar y va ser recibida en triunfo en La Rioja a su regreso después de este padecimiento”.
“Y por supuesto Doña Vito o la Chacha, doña Victoria Romero, una mujer que es un orgullo para ustedes seguramente. Es muy impresionante como estas mujeres han intentado ser borradas de la historia, una mujer que le salva la vida al Chacho y como cuenta el poema, su cicatriz por haber salvado a su compañero a quien acompaña y quien va a verlo morir en esa traición horrenda de los representantes de la civilización, Irrazabal que mata al Chacho de esa manera tan horrible”.
Este es solo un fragmento de su disertación en La Rioja, en la que Pigna se ocupó de hacer referencia equivoca acerca de las mujeres que hicieron a la historia de esta Provincia. Llama la atención la seguidilla de graves errores en los que incurre el divulgador si se tienen en cuenta no solo la existencia y el fácil acceso a incuestionables documentos. En todo caso solo bastaba una corta visita a la localidad de Guandacol, en el interior riojano, donde se encuentra la casa en la que el caudillo vivió sino también donde cualquier lugareño puede instruirlo acerca de la familia que Felipe Varela formó en ese lugar junto a Doña Trinidad Castillo, quien fuera su esposa y madre de sus dos hijos, Isora y Javier. Acaso fue el propio padre de Trinidad, Don Santiago Castillo, Comandante de Milicias del Departamento Guandacol, el mentor de Varela.
No son pocos los autores riojanos que hablan sobre la vida de Varela e incluyen a Trinidad Castillo en sus relatos. Armando Herrera Robledo en Integración Cultural Riojana escribe: “Doña Trinidad, esposa de Varela, murió nonagenaria en Guandacol en el mes de febrero de 1912. Vivía en su vieja casona y allí acudía gente en procura de datos y relación de sucesos, y eran éstos la crónica viva con autenticidad de tradición, conservada en el remanso de aquella aldea lejana y soledosa. Yo la conocí y frecuentaba, con otros chicos, su trato cordial y afable.
Sentada en una desvencijada hamaca y munida de un palo de tala, que le servía de báculo, nos narraba en forma anecdótica los pasajes de la vida de su esposo y por ahí había en ella mucha emoción y hasta lágrimas cuando recordaba que él murió lejos de la patria y sin tener a su lado a ninguno de los suyos”.
Mención aparte merece la participación que el escritor refiere acerca de la mediación de Castro Barros en el pedido por la liberación de Dolores Díaz, posterior a la Batalla de Pozo de Vargas que tuvo lugar en 1867. Difícilmente este hecho puede haber ocurrido por el simple hecho de que Pedro Ignacio de Castro Barros había fallecido en 1849.
En tal caso Pigna no solo difunde datos erróneos en el ámbito de sus convocantes conferencias sino que las traslada a sus publicaciones que son éxito de ventas a través de sus numerosas ediciones. En “Mujeres tenían que ser” publicado en 2011 el autor insiste en afirmar que “Dolores Díaz “la Tigra” es la compañera riojana de Felipe Varela” y hasta publica la carta que Felipe Varela desde el exilio envía a su familia en Guandacol. Pigna ubica a Dolores Díaz como destinataria del escrito en el que el caudillo refiere: “… Nada puedo mandar dispensemen, estoy pobre, no se agrabien conmigo, respeto mucho mi familia y le deseo la mejor felicidad del mundo y cada momento pienso en Uds. i sufro callado como hombre sin poder remediar siertas cosas q´ no están en mi mano”.
“Lo voy a revisar”
En ocasión de ésta su última visita a la Capital riojana, donde Felipe Pigna fue declarado Huésped de Honor por ordenanza municipal “en merito a su vasta trayectoria en el campo de la cultura”, el escritor fue advertido y entrevistado por esta cronista acerca de la concepción actual de la significación de Patria. Al respecto Pigna aseguró “Tiene que ver con un sentimiento muy profundo de pertenencia. Froebel decía que la patria es la infancia, que uno tiene muy adentro que no tiene porque enraizar en un símbolo solamente sino en lo que a vos te significa tu vida, tus padres, tus tradiciones, los mismos gustos y los mismos sentimientos que pueda tener una comunidad. Hoy se tiende a buscar la diversidad, la búsqueda de un ser único nacional que contenga todo me parece imposible en un país diversamente hermoso como es la Argentina con más de 30 o 40 comunidades indígenas, tantas comunidades extranjeras que llegaron y se arraigaron en el país entonces creo que lo interesante es que hay una argentinidad que puede convivir con la diversidad. Creo que es muy interesante la riqueza que tiene nuestro país, la diferencia que hay entre un riojano y un entrerriano siendo los dos argentinos lo cual está buenísimo”.
En tanto acerca de la deuda que la historia argentina aun mantiene con los caudillos riojanos, el escritor aseguró “La historia argentina tiene una deuda pendiente con todas las provincias. La Rioja es una provincia que ha dado personajes muy fuertes y evidentemente antipáticos al poder central, Facundo Quiroga, el Chacho Peñaloza son dos personajes muy antipáticos al poder central y muy simpáticos para el pueblo, son dos cosas que van juntas habitualmente. Sí, hay una deuda, son considerados personajes menores, personajes secundarios pero en general ocurre con los personajes de las provincias, por ejemplo Andrés Artigas es un personaje fundamental de la historia argentina y solo conocido en Misiones prácticamente, esa es la visión portuaria de que todo lo que no ocurrió en Buenos Aires no ocurrió.
En cuanto a los errores en los que incurre al hacer mención de las mujeres riojanas, el autor respondió “Lo vamos a revisar con todo gusto. Según lo que sabía y hasta donde lo había visto estaba en varias fuentes pero lo voy a revisar por supuesto. Ahí tenés la falta de fuentes propias riojanas que no las cede por ahí”.
“Y por supuesto Doña Vito o la Chacha, doña Victoria Romero, una mujer que es un orgullo para ustedes seguramente. Es muy impresionante como estas mujeres han intentado ser borradas de la historia, una mujer que le salva la vida al Chacho y como cuenta el poema, su cicatriz por haber salvado a su compañero a quien acompaña y quien va a verlo morir en esa traición horrenda de los representantes de la civilización, Irrazabal que mata al Chacho de esa manera tan horrible”.
Este es solo un fragmento de su disertación en La Rioja, en la que Pigna se ocupó de hacer referencia equivoca acerca de las mujeres que hicieron a la historia de esta Provincia. Llama la atención la seguidilla de graves errores en los que incurre el divulgador si se tienen en cuenta no solo la existencia y el fácil acceso a incuestionables documentos. En todo caso solo bastaba una corta visita a la localidad de Guandacol, en el interior riojano, donde se encuentra la casa en la que el caudillo vivió sino también donde cualquier lugareño puede instruirlo acerca de la familia que Felipe Varela formó en ese lugar junto a Doña Trinidad Castillo, quien fuera su esposa y madre de sus dos hijos, Isora y Javier. Acaso fue el propio padre de Trinidad, Don Santiago Castillo, Comandante de Milicias del Departamento Guandacol, el mentor de Varela.
No son pocos los autores riojanos que hablan sobre la vida de Varela e incluyen a Trinidad Castillo en sus relatos. Armando Herrera Robledo en Integración Cultural Riojana escribe: “Doña Trinidad, esposa de Varela, murió nonagenaria en Guandacol en el mes de febrero de 1912. Vivía en su vieja casona y allí acudía gente en procura de datos y relación de sucesos, y eran éstos la crónica viva con autenticidad de tradición, conservada en el remanso de aquella aldea lejana y soledosa. Yo la conocí y frecuentaba, con otros chicos, su trato cordial y afable.
Sentada en una desvencijada hamaca y munida de un palo de tala, que le servía de báculo, nos narraba en forma anecdótica los pasajes de la vida de su esposo y por ahí había en ella mucha emoción y hasta lágrimas cuando recordaba que él murió lejos de la patria y sin tener a su lado a ninguno de los suyos”.
Mención aparte merece la participación que el escritor refiere acerca de la mediación de Castro Barros en el pedido por la liberación de Dolores Díaz, posterior a la Batalla de Pozo de Vargas que tuvo lugar en 1867. Difícilmente este hecho puede haber ocurrido por el simple hecho de que Pedro Ignacio de Castro Barros había fallecido en 1849.
En tal caso Pigna no solo difunde datos erróneos en el ámbito de sus convocantes conferencias sino que las traslada a sus publicaciones que son éxito de ventas a través de sus numerosas ediciones. En “Mujeres tenían que ser” publicado en 2011 el autor insiste en afirmar que “Dolores Díaz “la Tigra” es la compañera riojana de Felipe Varela” y hasta publica la carta que Felipe Varela desde el exilio envía a su familia en Guandacol. Pigna ubica a Dolores Díaz como destinataria del escrito en el que el caudillo refiere: “… Nada puedo mandar dispensemen, estoy pobre, no se agrabien conmigo, respeto mucho mi familia y le deseo la mejor felicidad del mundo y cada momento pienso en Uds. i sufro callado como hombre sin poder remediar siertas cosas q´ no están en mi mano”.
“Lo voy a revisar”
En ocasión de ésta su última visita a la Capital riojana, donde Felipe Pigna fue declarado Huésped de Honor por ordenanza municipal “en merito a su vasta trayectoria en el campo de la cultura”, el escritor fue advertido y entrevistado por esta cronista acerca de la concepción actual de la significación de Patria. Al respecto Pigna aseguró “Tiene que ver con un sentimiento muy profundo de pertenencia. Froebel decía que la patria es la infancia, que uno tiene muy adentro que no tiene porque enraizar en un símbolo solamente sino en lo que a vos te significa tu vida, tus padres, tus tradiciones, los mismos gustos y los mismos sentimientos que pueda tener una comunidad. Hoy se tiende a buscar la diversidad, la búsqueda de un ser único nacional que contenga todo me parece imposible en un país diversamente hermoso como es la Argentina con más de 30 o 40 comunidades indígenas, tantas comunidades extranjeras que llegaron y se arraigaron en el país entonces creo que lo interesante es que hay una argentinidad que puede convivir con la diversidad. Creo que es muy interesante la riqueza que tiene nuestro país, la diferencia que hay entre un riojano y un entrerriano siendo los dos argentinos lo cual está buenísimo”.
En tanto acerca de la deuda que la historia argentina aun mantiene con los caudillos riojanos, el escritor aseguró “La historia argentina tiene una deuda pendiente con todas las provincias. La Rioja es una provincia que ha dado personajes muy fuertes y evidentemente antipáticos al poder central, Facundo Quiroga, el Chacho Peñaloza son dos personajes muy antipáticos al poder central y muy simpáticos para el pueblo, son dos cosas que van juntas habitualmente. Sí, hay una deuda, son considerados personajes menores, personajes secundarios pero en general ocurre con los personajes de las provincias, por ejemplo Andrés Artigas es un personaje fundamental de la historia argentina y solo conocido en Misiones prácticamente, esa es la visión portuaria de que todo lo que no ocurrió en Buenos Aires no ocurrió.
En cuanto a los errores en los que incurre al hacer mención de las mujeres riojanas, el autor respondió “Lo vamos a revisar con todo gusto. Según lo que sabía y hasta donde lo había visto estaba en varias fuentes pero lo voy a revisar por supuesto. Ahí tenés la falta de fuentes propias riojanas que no las cede por ahí”.
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