MALANZAN, Al entrar en la séptima década de su vida, el primer nativo de este pueblo en dar la vuelta al mundo a bordo de la fragata Libertad en 1963, recordó su paso como marinero conscripto por la Armada Argentina. Como se sabe, se trata del buque escuela donde realizan su viaje de graduación o instrucción, los oficiales de la marina de guerra argentina, que en ese año realizó el primero de su tipo. Fue el vecino Ramón Segundo Rivero, quien comentó en esta corresponsalía este trazo de historia lugareña, con ribetes históricos. De la clase 1941, como se indicaba el año de nacimiento cuando el documento de identidad era la Libreta de Enrolamiento, a los 21 años salió sorteado con un número alto, el 939, es decir que "le tocó marina". Es posible, aunque no lo dijo, que lo haya acobardado tener que hacer dos años de servicio militar obligatorio, el doble que sus pares de tierra y aire, en el sur del país y navegar en la inmensidad del mar. Ya "bajo bandera" lo destinaron a la base naval de Puerto Belgrano y al vecino pueblo de Punta Alta; luego lo embarcarían en el crucero 9 de Julio, un antiguo buque norteamericano rebautizado con ese nombre tras ser adquirido por la Argentina al final de la Segunda Guerra Mundial, con el que conoció el Estrecho de Magallanes y varios puertos chilenos. Antes de seguir el derrotero de Rivero, puede uno imaginar Malanzán entre 194l y 1962 cuando fue reclutado para la marina. Por entonces la telefonía tradicional aún no había llegado, la televisión menos y los celulares tampoco concebidos. Las cartas y los telegramas del Correo, y alguna radio en onda corta, eran los únicos medios de comunicación de uso general por entonces. En el litoral sur, allí donde la provincia de Buenos Aires está cerca de encontrarse con la de Río Negro, Rivero recibió el halago de ser premiado para subir a la flamante fragata "ARA Libertad", diseñada y construida por argentinos en los bonaerenses Astilleros AFNE de Río Santiago. Con 360 hombres a bordo, entre guardiamarinas (primer grado de oficiales navales equivalente a subteniente de ejército) y marineros, entre ellos Rivero, partió la Libertad en marzo de 1963 a dar su primera vuelta al mundo. El buque escuela recaló en puertos del Brasil, Puerto Rico, España, Portugal, Inglaterra y países de Africa, y allá fue Rivero observando paisajes tan diferentes de su tierra natal, a la que regresaría en diciembre de ese mismo año, baja mediante. En un lenguaje que los tiempos pasaron a desuso, por razones que tienen otro ámbito de análisis, el ex marinero conscripto siente hoy "haber cumplido con la Patria", una emoción que quiso compartir con EL INDEPENDIENTE. En medio de los recuerdos, surgió otra anécdota marinera con un protagonista distinto y anterior en el tiempo. Se trata de quien fuera portero de la escuela Juan Facundo Quiroga, don Edmundo Sergio Maza, quien también "hizo la marina", pero en 1937. En uno de sus francos volvió a Malanzán con el uniforme, y todavía recuerdan los memoriosos que muchos vecinos, sin especificar si eran varones o mujeres, pedían permiso para tocarle el uniforme. Es que una antigua creencia, vigente en la época, aseguraba que hacerlo traía suerte... entre otras cosas, para conseguir novio. Sólo cabría agregar que la Libertad reemplazó como buque escuela a la fragata Sarmiento, la que puede ser visitada en el mismo Puerto Madero, uno de los sectores del puerto de Buenos Aires, convertida en museo. Se trata de buques a vela dotados de motores, lo que les permite navegar con cada una de las dos propulsiones, la fuerza del viento o la mecánica. La Libertad posee cuatro palos, el mayor de casi 50 metros y la superficie de las velas alcanza los 2.652 m2. También cuenta con cuatro cañones para salvas de saludo. Fue el vecino Ramón Segundo Rivero, quien comentó en esta corresponsalía este trazo de historia lugareña, con ribetes históricos. De la clase 1941, como se indicaba el año de nacimiento cuando el documento de identidad era la Libreta de Enrolamiento, a los 21 años salió sorteado con un número alto, el 939, es decir que "le tocó marina". Es posible, aunque no lo dijo, que lo haya acobardado tener que hacer dos años de servicio militar obligatorio, el doble que sus pares de tierra y aire, en el sur del país y navegar en la inmensidad del mar. Ya "bajo bandera" lo destinaron a la base naval de Puerto Belgrano y al vecino pueblo de Punta Alta; luego lo embarcarían en el crucero 9 de Julio, un antiguo buque norteamericano rebautizado con ese nombre tras ser adquirido por la Argentina al final de la Segunda Guerra Mundial, con el que conoció el Estrecho de Magallanes y varios puertos chilenos. Antes de seguir el derrotero de Rivero, puede uno imaginar Malanzán entre 194l y 1962 cuando fue reclutado para la marina. Por entonces la telefonía tradicional aún no había llegado, la televisión menos y los celulares tampoco concebidos. Las cartas y los telegramas del Correo, y alguna radio en onda corta, eran los únicos medios de comunicación de uso general por entonces. En el litoral sur, allí donde la provincia de Buenos Aires está cerca de encontrarse con la de Río Negro, Rivero recibió el halago de ser premiado para subir a la flamante fragata "ARA Libertad", diseñada y construida por argentinos en los bonaerenses Astilleros AFNE de Río Santiago. Con 360 hombres a bordo, entre guardiamarinas (primer grado de oficiales navales equivalente a subteniente de ejército) y marineros, entre ellos Rivero, partió la Libertad en marzo de 1963 a dar su primera vuelta al mundo. El buque escuela recaló en puertos del Brasil, Puerto Rico, España, Portugal, Inglaterra y países de Africa, y allá fue Rivero observando paisajes tan diferentes de su tierra natal, a la que regresaría en diciembre de ese mismo año, baja mediante. En un lenguaje que los tiempos pasaron a desuso, por razones que tienen otro ámbito de análisis, el ex marinero conscripto siente hoy "haber cumplido con la Patria", una emoción que quiso compartir con EL INDEPENDIENTE. En medio de los recuerdos, surgió otra anécdota marinera con un protagonista distinto y anterior en el tiempo. Se trata de quien fuera portero de la escuela Juan Facundo Quiroga, don Edmundo Sergio Maza, quien también "hizo la marina", pero en 1937. En uno de sus francos volvió a Malanzán con el uniforme, y todavía recuerdan los memoriosos que muchos vecinos, sin especificar si eran varones o mujeres, pedían permiso para tocarle el uniforme. Es que una antigua creencia, vigente en la época, aseguraba que hacerlo traía suerte... entre otras cosas, para conseguir novio. Sólo cabría agregar que la Libertad reemplazó como buque escuela a la fragata Sarmiento, la que puede ser visitada en el mismo Puerto Madero, uno de los sectores del puerto de Buenos Aires, convertida en museo. Se trata de buques a vela dotados de motores, lo que les permite navegar con cada una de las dos propulsiones, la fuerza del viento o la mecánica. La Libertad posee cuatro palos, el mayor de casi 50 metros y la superficie de las velas alcanza los 2.652 m2. También cuenta con cuatro cañones para salvas de saludo. Como se sabe, se trata del buque escuela donde realizan su viaje de graduación o instrucción, los oficiales de la marina de guerra argentina, que en ese año realizó el primero de su tipo. Fue el vecino Ramón Segundo Rivero, quien comentó en esta corresponsalía este trazo de historia lugareña, con ribetes históricos. De la clase 1941, como se indicaba el año de nacimiento cuando el documento de identidad era la Libreta de Enrolamiento, a los 21 años salió sorteado con un número alto, el 939, es decir que "le tocó marina". Es posible, aunque no lo dijo, que lo haya acobardado tener que hacer dos años de servicio militar obligatorio, el doble que sus pares de tierra y aire, en el sur del país y navegar en la inmensidad del mar. Ya "bajo bandera" lo destinaron a la base naval de Puerto Belgrano y al vecino pueblo de Punta Alta; luego lo embarcarían en el crucero 9 de Julio, un antiguo buque norteamericano rebautizado con ese nombre tras ser adquirido por la Argentina al final de la Segunda Guerra Mundial, con el que conoció el Estrecho de Magallanes y varios puertos chilenos. Antes de seguir el derrotero de Rivero, puede uno imaginar Malanzán entre 194l y 1962 cuando fue reclutado para la marina. Por entonces la telefonía tradicional aún no había llegado, la televisión menos y los celulares tampoco concebidos. Las cartas y los telegramas del Correo, y alguna radio en onda corta, eran los únicos medios de comunicación de uso general por entonces. En el litoral sur, allí donde la provincia de Buenos Aires está cerca de encontrarse con la de Río Negro, Rivero recibió el halago de ser premiado para subir a la flamante fragata "ARA Libertad", diseñada y construida por argentinos en los bonaerenses Astilleros AFNE de Río Santiago. Con 360 hombres a bordo, entre guardiamarinas (primer grado de oficiales navales equivalente a subteniente de ejército) y marineros, entre ellos Rivero, partió la Libertad en marzo de 1963 a dar su primera vuelta al mundo. El buque escuela recaló en puertos del Brasil, Puerto Rico, España, Portugal, Inglaterra y países de Africa, y allá fue Rivero observando paisajes tan diferentes de su tierra natal, a la que regresaría en diciembre de ese mismo año, baja mediante. En un lenguaje que los tiempos pasaron a desuso, por razones que tienen otro ámbito de análisis, el ex marinero conscripto siente hoy "haber cumplido con la Patria", una emoción que quiso compartir con EL INDEPENDIENTE. En medio de los recuerdos, surgió otra anécdota marinera con un protagonista distinto y anterior en el tiempo. Se trata de quien fuera portero de la escuela Juan Facundo Quiroga, don Edmundo Sergio Maza, quien también "hizo la marina", pero en 1937. En uno de sus francos volvió a Malanzán con el uniforme, y todavía recuerdan los memoriosos que muchos vecinos, sin especificar si eran varones o mujeres, pedían permiso para tocarle el uniforme. Es que una antigua creencia, vigente en la época, aseguraba que hacerlo traía suerte... entre otras cosas, para conseguir novio. Sólo cabría agregar que la Libertad reemplazó como buque escuela a la fragata Sarmiento, la que puede ser visitada en el mismo Puerto Madero, uno de los sectores del puerto de Buenos Aires, convertida en museo. Se trata de buques a vela dotados de motores, lo que les permite navegar con cada una de las dos propulsiones, la fuerza del viento o la mecánica. La Libertad posee cuatro palos, el mayor de casi 50 metros y la superficie de las velas alcanza los 2.652 m2. También cuenta con cuatro cañones para salvas de saludo. |
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