domingo, 31 de mayo de 2009

ANILLACO EXHIBE LAS RUINAS DEL IMPERIO MENEMISTA





Sólo quedan restos de una mansión en venta, La Rosadita; de una pista de aterrizaje como para el Tango 01 cubierta de yuyos; y un tambo modelo que ya cerraron. Foto: Ismael Navarro para La Nación
Una arqueología menemista centraría sus investigaciones en este pueblo y se deslumbraría con las ruinas de lo que fue el corazón del imperio durante la década del gobierno de Carlos Menem. Pero hoy, de ese esplendor sólo quedan restos de una mansión en venta, La Rosadita; de una pista de aterrizaje como para el Tango 01 cubierta de yuyos; de una bodega que perdido su nombre y de una hostería y un tambo modelo que ya cerraron. Claro que aún aquí se conserva el cariño por el ex presidente, a quien ven como un abuelo, mayor, algo enfermo, querible, que no viene casi nunca, pero al que se niegan a votar. Ya en 2007 perdió aquí.
Sin embargo, hay un Anillaco 2009, post Menem y sus vecinos dicen que está mejor: su población de más de 1000 habitantes creció, una industria textil que da trabajo a un centenar de familias, la matrícula escolar asciende y el hospital no da abasto para atender a los pueblos vecinos, según La Nación.
Pero mucho conserva la impronta de Carlos Menem: el jardín de infantes Carlos Menem (h.) funciona en una casa canadiense regalada en 1995 por el ex presidente. Acuden 85 chicos, explica Emilse Núñez, la vicedirectora. Se enseña a los chicos quién fue el hijo del ex presidente, al igual que con los próceres que dieron nombre a otras escuelas de la zona. "Menem, como otros presidentes, no va a ser olvidado", dice.
En todo el pueblo sobresalen los viñedos, mezclados con casas bajas y olivos. Uno es de Raúl Granillo Ocampo, ex ministro de Justicia de Menem, rodeado de acequias. Los más grandes son de lo que eran las bodegas Menem. Pero hoy hasta el nombre le sacaron. Son las Bodegas San Huberto, que administraba Amado Menem, el hermano del ex presidente, hasta que murió. Su casa está vacía y su esposa se mudó a la ciudad. Ya no queda ningún Menem en ese pueblo. La bodega es del empresario Carlos Spadone.
En la década del 90, el centro de reunión de la corte menemista que llegaba a Anillaco era la Hostería Los Amigos, en la entrada al pueblo. Con 28 habitaciones, una antena parabólica, pileta y cancha de futbol. Está cerrada desde hace tres años, cuando se vendió a la empresa cordobesa Videodrome, dedicada a equipar casinos, según Carolina de García, que mantiene el césped corto y los salones limpios. Tal vez piensen montar allí una sala de juego.
El hospital lleva el nombre de la madre del ex presidente: Mohibe Akil de Menem. La avenida frente a la plaza se llama Presidente Menem. En una esquina está el Centro Regional de Investigación Científica y Transferencia Tecnológica, un moderno edificio donde trabajan biólogos, inaugurado por Menem en 1995.
La otra hostería, la del ACA, sigue funcionando a full, con visitantes que recorren el faldeo del Cerro Velasco, los 100 kilómetros que separan La Rioja de esta ciudad.
Recuerdos
Anillaco sin Menem despierta la curiosidad de los viajeros que buscan La Rosadita, la casa del ex presidente. Sus caseros dijeron a La Nación que la última vez que vino fue hace tres meses a comer un asado y se fue. Menem vive en La Rioja capital, en el Club del Golf. La familia Menem se juntó en La Rosadita por última vez en las fiestas de Navidad. Enfrente está la casa de Carlos Alderete, su amigo ex interventor del PAMI.
Este turismo de la ruta menemista es el que le da trabajo a Laura Rodríguez, que vende productos regionales desde hace 15 años. Aceitunas grandes como ciruelas, aceite de oliva, dulce de aceitunas, pero también bombos con la imagen de Menem y Cecilia Bolocco. Ya no le quedan botellones de vino con la inscripción: "Menem por la vuelta". "Cuando venía el doctor, se veían como 100 autos, ahora no es así, pero igual hay turismo que viene a ver todo lo de Menem, de todo el país, hasta de Uruguay. El doctor es una buena persona, muy simpática y amable", recuerda, aunque ya no lo ve.
El máximo evento social que se recuerda en Anillaco es el casamiento de Menem con Bolocco, en mayo de 2001. De esa boda sólo queda Máximo, el hijo, y un trámite de divorcio.
Hasta el tambo modelo que Menem le armó a Bolocco a 5 kilómetros del pueblo está cerrado. Funcionó sólo un año vendiendo leche y yogures marca "La Cecilia"; ahora es un galpón con vidrios rotos donde los perros bravos disuaden a las visitas.
La obra más faraónica del menemismo aquí es la pista de aterrizaje, que soporta hasta un Hércules. Construida en 1997 (con costo de casi 1 millón de dólares), apenas si la usó Menem y nunca partió de aquí ningún cargamento de aceitunas, como se prometía. Una de las últimas veces que estuvo poblada fue para la boda con Bolocco, pues allí aterrizaron aviones privados. Hoy un portón de piedra cerrado con candado es todo lo que se ve. No hay vigilancia. El asfalto está agrietado, con bosta de animales y no quedan rastros de las balizas que la iluminaron. Sólo cables arrancados. Apenas si hay un contenedor, pintado de rojo y blanco para que se vea desde el aire, con gabinetes desarmados de artefactos electrónicos y circuitos integrados, desguazados de lo que alguna vez fue una estación meteorológica. Pájaros hicieron su nido en el interior.
Son los restos de un pasado que pretendió ser imperial y que hoy se convirtieron en raros paisajes de un pueblo, que se exhibe orgulloso, en su letargo serrano, por y a pesar de Carlos Menem

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